La vida independiente de las personas con síndrome de Down, entendida como oportunidad de emanciparse de sus familias o de los entornos institucionales (servicios residenciales), es una realidad aparecida en los últimos años, que surge como consecuencia lógica de haber ido consolidando la normalización de sus proyectos vitales. La normalización se ha concebido siempre como el derecho a gozar de las mismas condiciones de vida que cualquier ciudadano/a
Hablamos de personas que, después de haber sido formadas en entornos educativos ordinarios (educación inclusiva), de haberse incorporado al mundo del trabajo (inserción laboral) y de haber accedido a los ambientes comunitarios de referencia (participación social), se plantean poder continuar completando unas trayectorias personales basadas en criterios de normalidad e igualdad.
Habiendo accedido a la vida adulta activa y a una ciudadanía responsable, la consolidación de sus esfuerzos pasa por ejercer y disfrutar la autonomía adquirida accediendo a una vivienda propia, creando su propia unidad de convivencia (solos, en pareja, con amigos…) y empezando a ejercer el control de su propio plan de vida.
Resumen recogido del artículo