Cuando Raffaella Carrá presentaba a Laura García en el programa de televisión de la RAI italiana creó un apellido: «Aquí viene Laura […] de Segovia». Así que la segoviana abrazó el apodo en sus aventuras por Madrid, Sevilla o Moscú, otras más exóticas como Sri Lanka y sus próximos viajes a México y Chile. «Para todo el mundo era la única segoviana que se dedicaba al flamenco a nivel profesional», recuerda. Así que no solo era artista y formadora; también fue embajadora de una nueva generación a la que ahora imparte clases la escuela que lleva su nombre –Laura Segovia- en la calle Alamillo, en el barrio de El Salvador. Un lugar amplio y cercano, que también sirve como tablao para espectáculos, con un doble mensaje: mejor flamenco y que sea para todos, con talleres para niños como yoga o títeres.
Laura, de Parque Robledo, empezó en el flamenco a los ocho años, en la escuela de Concha Fernández. Era una hora de ballet clásico, de zapatilla, con un poco de flamenco. «Yo iba por la parte de zapato, lo tenía claro desde chiquitita». De esa clase extraescolar a bailar todos los días y hacer imposibles las siestas de su hermano Javier, siete años mayor. Empezó la carrera de danza en Madrid y entró directamente en cuarto curso de grado medio mientras estudiaba psicología.
Laura explica su amor hacia ese flamenco puro por ser un vehículo para transmitir emociones. «Para mí era una terapia. Todo lo que no podía decir con palabras, lo bailaba. Si estaba enfadada, triste, impotencia, alegría… El flamenco lo permite porque tiene un abanico muy amplio de palos. El cante te habla desde una muerte a cómo los gaditanos salen a tomar el sol». También es integrador. Ella incide en que no es una mujer muy delgada y se sentía algo fuera de lugar en el ballet clásico.»El flamenco lo puedes bailar estés más o menos gordito o tengas la cadera que tengas porque puedes adaptar el estilo al cuerpo y a la edad». Hay palos más sobrios que transmiten más con la experiencia. Ella ha tenido alumnos desde los tres años a una mujer de 85 que bailaba con ímpetu sevillanas.
Esta segoviana vivió una de sus grandes experiencias en Rusia. También organizaba con Flamenquería Sevilla -estuvo allí cuatro años- los castings para los maestros españoles que actuaban en la capital rusa. Así aprendió a enseñar. Fue también una labor autodidacta. «Me han enseñado los propios alumnos a través de sus preguntas, necesidades o carencias. Y de hecho, he creado mi propio método. Trabajo muchos las emocione, le doy la misma importancia que a la técnica».
Se fue después a la Universidad de Flamenco de Madrid como directora académica y cultural, –gestionando tablaos y artistas- una época en la que dejó de bailar para ampliar su formación. El centenar de alumnos que dejó en 2013 con otras compañeras aprovecharon la cercanía para llamar de nuevo a su puerta. Así que empezó a venir a Segovia una vez a la semana; las propias alumnas se encargaban de la logística, con un local en La Albuera. Segovia tenía demanda pero no tablaos, así que el objetivo estaba ya definido.
Así arrancó Laura Segovia. Casi predestinado, el local llegó a ella; un antiguo gimnasio, con la sala diáfana y los vestuarios hechos. Sin apenas publicidad y con poco más de un mes en funcionamiento, ya tiene unos 70 alumnos. «Esta ciudad pide desarrollar el flamenco a un nivel más alto porque hay grupos rocieros y un montón de escuelas con sevillanas o rumbas». En flamenco hay grupos desde iniciación a nivel alto. Hay cursos de rumba -el más numeroso, dando la vuelta al concepto de zumba- sevillanas, ritmos latinos, bata de cola y otros complementos como el abanico o el mantón de manila. También hay cante, guitarra y percusión. Y para todos, por eso ofrece un programa para niños: flamenco, por supuesto, pero también yoga o títeres, un taller de gran calidad con Sonia Zubiaga, de ‘La Pícara Locuela’, que trabajará la construcción del títere y cómo transmitir a través del objeto.
A eso añade una oferta de espectáculos en el propio local, con un aforo de unas 60 personas, con artistas de prestigio de Jerez, Sevilla o Madrid. La oferta es muy amplia: guitarristas, cantaores, percusionistas, baile de hombre y de mujer. Algunos, como Rafael Agapula, dan clase en la escuela. Son los mismos artistas de los tablaos de referencia de Madrid como El Corral de la Morería, Casa Patas o el Cardamomo. Y también vienen promesas del flamenco como Dani Hernández, que da las clases de guitarra. Son actuaciones una vez al mes con tres artistas. El próximo sábado 17 de noviembre actúa el maestro Francisco Hidalgo, con Trini de la Isla al cante y Jesús Núñez a la guitarra. Las entradas están disponibles en la sede de la escuela y en la web flamencosegovia.com.
Más información
www.laurasegovia.es
Sede: Calle Alamillo, 10 (Segovia)
Contacto
664 478 855 o info@laurasegovia.es
Laura quiere aprovechar su formación en ‘psicoballet’ con niños con parálisis cerebral, autismo o Síndrome de Down y lanzar el proyecto Sin Fronteras para acercar las artes escénicas a la discapacidad. Además, los alumnos de nivel más alto, que ya bailan con músicos en vivo, salen a actuar a escenarios de otras ciudades. Las excursiones, a través de una agencia de viajes, están también en el horizonte y se plantean viajes a las grandes ferias como Jerez o Sevilla, la Feria del Caballo o los Patios de Córdoba.