Tener discapacidad en Kabul

Fecha

24/08/2021

Medio

ABC

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Durante estos días asistimos atónitos al gran fracaso de la política exterior de occidente. Una vez más se ha demostrado que no tiene ningún sentido «ocupar» un país si no existe la mínima intención de potenciar su desarrollo o influir para que, bajo el respeto a su cultura y costumbres, pueda avanzar hacia la construcción de un estado que reconozca finalmente la declaración de los derechos humanos. Creo que estamos de acuerdo cuando decimos que las alianzas de los países occidentales deberían estar marcadas bajo unas premisas básicas o criterios mínimos, entre los cuales debería estar el que acabo de mencionar. Sin embargo, todos sabemos que la realidad está muy alejada de esta romántica reflexión. No hace falta ser muy listo o lista, para darse cuenta de que estas alianzas están condicionadas por el factor económico-financiero, de tal forma que podemos celebrar un mundial de fútbol en Qatar aunque se sigan vulnerando los derechos de la mujer u otros colectivos.

Hemos olvidado la profundidad de conceptos como el de «cooperación al desarrollo» y haciendo una política exterior mediocre sin ninguna amplitud de miras y sin ningún objetivo ni expectativa de éxito, siendo conscientes estos días que algo no estamos haciendo bien. Espero que aquellos que están llamados a dar soluciones partan al menos de esta reflexión y no repliquen los mismos modelos de respuesta que nos han llevado al fracaso total.

Me preocupa el «genocidio de género» del que estamos siendo espectadores a diario. Cada vez que conocemos más de la postura radical de los talibanes frente a la mujer somos más conscientes del enorme deber moral que tenemos para responder ante esta masacre silenciosa. Pero hay una realidad de la que no se habla porque es invisible. No puedo imaginar qué futuro le espera a una persona con discapacidad en Afganistán. Bueno, en realidad si lo imagino, no tiene ningún futuro más que la muerte. Son consideradas prescindibles en una sociedad donde no tienen cabida. Hablamos de exterminio, volviendo a recordar episodios negros de nuestra historia reciente en la segunda guerra mundial. Se habla siempre del genocidio judío pero, como bien sabes, hubo otras masacres silenciosas como la que está ocurriendo en este preciso momento en Kabul y otras ciudades afganas.

Ya vivimos algo similar en el año 2015 en Mosul (Irak). El Mundo se hacía eco de esta noticia y recogía en su edición del 14 de Diciembre de ese año el siguiente texto, «es la última orden dictada por el autodenominado Estado Islámico en las calles de Mosul, la maltratada segunda ciudad de Irak. El cuerpo de clérigos encargados de interpretar la sharia (legislación islámica) ha promulgado una fatua (edicto religioso) en el que autoriza a sus militantes a ‘matar a los recién nacidos con síndrome de Down y malformaciones congénitas y a los menores de edad discapacitadosEn el SID sugerimos utilizar la palabra o expresión Personas con discapacidad en su lugar.’. La salvaje orden -promulgada por Abu Said Al Jazraui, el nombre de guerra de un juez de nacionalidad saudí- ya ha comenzado a aplicarse, asegura una página web de activistas que residen en la urbe y denuncian las fechorías del IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés)».

¿Cuál debe ser la postura de los países que han reconocido la carta de Derechos Humanos ante los acontecimientos que estamos viviendo? No solo me refiero a los países occidentales sino también a los propios países árabes que no reconocen el gobierno talibán. Todos deberían responsabilizarse como parte de la solución y también por qué no, asumir que también hemos sido parte del problema. Ojalá algún día podamos dejar de ver la hipocresía de nuestros países en sus relaciones exteriores y recuperemos la vía de la cooperación y la transferencia de conocimiento como la base para armar unos cimientos sólidos que garanticen la generación de una sociedad libre y reconocida en sus derechos. Al día de hoy, no podemos sentirnos orgullosos de lo que estamos consiguiendo. Seguimos viendo a países que siempre estarán en vías de desarrollo ya que no interesa que se desarrollen y, según lo que hemos podido comprobar, seguimos jugando a ocupar países sin intención de nada más que seguir el juego de las alianzas. Ya lo decían los Celtas Cortos en una de sus canciones, «haz turismo invadiendo un país, es barato y te pagan la estancia…»

Con esta pequeña reflexión solo quería expresar mi rabia y no dejar caer en el olvido a las personas con discapacidad en Afganistán. Seguro que no ocupan ni un segundo en ningún informativo, pero están allí.

Muchas personas como las que aquí forman parte de nuestras vidas, allí están amenazadas y condenadas a la desaparición. Gracias siempre por compartir estas humildes líneas conmigo. Solo pido que no seamos indiferentes.

Andrés Martínez, es presidente del grupo de entidades sociales CECAP

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