Sólo un 25% de los países integran plenamente la salud mental en la atención primaria

Fecha

11/10/2021

Medio

Servimedia

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Apenas un 25% de los países del mundo cumplen con todos los criterios la integrar la salud mental en la atención primaria, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que celebró ayer domingo el Día Mundial de la Salud Mental bajo el lema ‘Atención de salud mental para todos: hagámosla realidad’.

La pandemia de la Covid-19 ha tenido un gran impacto en la salud mental de las personas, según apunta la OMS en un mensaje de la OMS recogido por Servimedia. Algunos grupos, como los trabajadores de la salud y otros trabajadores de primera línea, los estudiantes, las personas que viven solas y las que tienen afecciones mentales preexistentes, se han visto especialmente afectados. Y los servicios de atención para los trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias se han visto considerablemente interrumpidos.

El nuevo ‘Atlas de salud mental’ de la OMS muestra un “cuadro decepcionante” en el mundo sobre el hecho de que se brinde a las personas los servicios de salud mental que necesitan, en un momento en que la pandemia de la Covid-19 resalta una creciente necesidad de apoyo en este ámbito.

La última edición del Atlas incluye datos de 171 países y proporciona una indicación clara de que la mayor atención prestada a la salud mental en los últimos años aún no ha derivado en más servicios mentales de calidad en consonancia con las necesidades.

Publicado cada tres años, el Atlas es una recopilación de datos proporcionados por países de todo el mundo sobre políticas, legislación, financiación, recursos humanos, disponibilidad y utilización de servicios y sistemas de recopilación de datos de salud mental. También es el mecanismo de seguimiento del progreso hacia el cumplimiento de las metas del Plan de acción integral de salud mental de la OMS.

“Es sumamente preocupante que, a pesar de la evidente y creciente necesidad de servicios de salud mental, que se ha agudizado aún más durante la pandemia de la Covid-19, las buenas intenciones no se estén cumpliendo con inversiones”, apuntó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que añadió: «Debemos prestar atención y actuar en respuesta a esta llamada de atención y acelerar drásticamente la ampliación de la inversión en salud mental porque no hay salud sin salud mental».

FALTA DE PROGRESO

Ninguno de los objetivos de liderazgo y gobernanza efectivos para la salud mental, prestación de servicios de salud mental en entornos comunitarios, promoción y prevención de la salud mental, y fortalecimiento de los sistemas de información estaba cerca de cumplirse.

En 2020, solo el 51% de los 194 Estados Miembro de la OMS informaron que su política o plan de salud mental estaba en consonancia con los instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos, muy por debajo del objetivo del 80%.

Y sólo el 52% de los países cumplieron el objetivo relativo a los programas de prevención y promoción de la salud mental, también muy por debajo del objetivo del 80%.

El único objetivo alcanzado para 2020 fue una reducción de la tasa de suicidios en un 10%, aunque únicamente 35 países dijeron que tenían una estrategia, política o plan de prevención independiente.

Por otro lado, fue evidente un progreso constante en la adopción de políticas, planes y leyes de salud mental, así como en las mejoras en la capacidad para informar sobre un conjunto de indicadores básicos de salud mental.

Sin embargo, el porcentaje de los presupuestos de salud que los gobiernos dedican a la salud mental apenas ha cambiado durante los últimos años y sigue rondando un 2%. Además, sólo un 39% de los países que respondieron a la OMS indicaron que se habían asignado los recursos humanos necesarios y un 34% que se habían proporcionado los recursos financieros oportunos.

TRANSFERENCIA DE CUIDADOS

Si bien la OMS ha recomendado durante mucho tiempo la descentralización sistemática de la atención de salud mental a entornos comunitarios, sólo un 25% de los países que respondieron cumplieron todos los criterios para la integración de la salud mental en la atención primaria.

Aunque se han logrado avances en la capacitación y la supervisión en la mayoría de los países, el suministro de medicamentos para las afecciones de salud mental y la atención psicosocial en los servicios de atención primaria de salud sigue siendo limitado.

Esto también se refleja en la forma en que se asignan los fondos gubernamentales a la salud mental, lo que destaca la necesidad de desinstitucionalización. Más del 70% del gasto público total en salud mental se asignó a hospitales psiquiátricos en los países de ingresos medios, en comparación con un 35% en los países de ingresos altos.

Esto indica que los hospitales psiquiátricos centralizados y la atención hospitalaria institucional todavía reciben más fondos que los servicios prestados en los hospitales generales y los centros de atención primaria de salud en muchos países.

Sin embargo, hubo un aumento en el porcentaje de países que informaron que el tratamiento de personas con diversas afecciones de salud mental está incluido en los planes de seguro médico o de reembolso nacionales: del 73% en 2017 al 80% (o el 55% de los Estados miembro) en 2020.

Las estimaciones globales de personas que reciben atención por afecciones de salud mental específicas (utilizadas como un sustituto de la atención de salud mental en su conjunto) se mantuvieron por debajo del 50%, con una mediana global de un 40% de personas con depresión y apenas un 29% de personas con psicosis que recibieron cuidado.

MÁS PROMOCIÓN, PERO EFICACIA CUESTIONABLE

Más alentador fue el aumento en los países que notificaron programas de prevención y promoción de la salud mental, de un 41% de los Estados miembro en 2014 al 52% en 2020. Sin embargo, un 31% del total de programas notificados no contaba con recursos humanos y financieros dedicados, un 27% carecen de un plan definido y un 39% no tiene evidencia documentada de progreso y/o impacto.

La mediana mundial de trabajadores de salud mental por cada 100.000 habitantes ha aumentado ligeramente de nueve trabajadores en 2014 a 13 empleados en 2020. Sin embargo, hubo una variación muy alta entre países de diferentes niveles de ingresos, con el número de trabajadores en los países rícos más de 40 veces mayor que en los pobres.

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