Con motivo de la celebración de la celebración del Día Mundial de la Salud Mental, la decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Burgos, María Ángeles Martínez Martín, ha querido compartir una reflexión sobre este tema con todos los miembros de la comunidad universitaria y de la sociedad en general.
Salud mental y bienestar. Una prioridad global
Este año la celebración del Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre), tiene lugar en un momento en el que nuestras vidas se encuentran alteradas debido al COVID-19. Desde marzo hemos ido viendo como esta situación nos ha ido afectado a todos: a los profesionales sanitarios que valientemente siguen desarrollando su trabajo por el bienestar de todos nosotros, dando lo mejor de ellos a pesar del cansancio físico y psicológico acumulado durante tantos meses de tensión; a los estudiantes (de los distintos niveles) y docentes que hemos tenido que adaptar la docencia, reducir el contacto y tomar todas las medidas de seguridad que están en nuestras manos; a los trabajadores cuya vida se ve amenazada, al no poder desempeñar sus oficios; a las personas que han perdido algún ser querido, no pudiendo en algunos casos decirles adiós; a toda las personas a las que esta realidad impuesta e inesperada les ha llevado o les puede llevar a la pobreza; a aquellas que por distintas razones se encuentran en situaciones sociales de máxima vulnerabilidad: las personas mayores, las personas con problemas de salud mental, muchas de las cuales se encuentran en estos momentos mucho más aisladas socialmente que antes, etc.
Todas y cada una de esas personas, todos y cada uno de nosotros podemos ser vulnerables a presentar un trastorno mental a lo largo de nuestra vida y la situación de estrés que estamos viviendo con la pandemia constituye un factor de riesgo que aumenta esta vulnerabilidad. Por ello, este año bajo el lema SALUD MENTAL Y BIENESTAR. UNA PRIORIDAD GLOBAL, el Día Mundial de la Salud Mental, en plena segunda ola del COVID-19, tiene como objeto hacernos reflexionar sobre la fragilidad de la salud mental y la necesidad de prestarle atención de urgencia.
Un informe sobre políticas acerca del COVID-19 y la salud mental, publicado por las Naciones Unidas el pasado mes de mayo, revela que la pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto “la necesidad de aumentar urgentemente la inversión en servicios de salud mental si el mundo no se quiere arriesgar a que se produzca un aumento drástico de los trastornos psíquicos”. Si a esto se añade que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas en el mundo ha tenido, tiene o tendrá un problema de salud mental a lo largo de su vida, y que los trastornos mentales serán la primera causa de discapacidad a nivel mundial en el año 2030, el escenario de la salud mental se presenta bastante desolador, si no se ponen en marcha las soluciones y las medidas necesarias.
Ante esta realidad, la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Burgos, se suma a las reivindicaciones realizadas en este día: hacer visible la necesidad de una mayor inversión en recursos para atender la salud mental.
Es preciso actuar ante la precariedad de recursos dentro del ámbito sociosanitario público, que ahora, con la pandemia del COVID-19 se ha hecho más visible que nunca. Hay escasez, tanto de profesionales, como de formación específica en salud mental, lo cual no está permitiendo detectar de manera temprana los trastornos mentales y derivar a los recursos comunitarios existentes, y es preciso prestar una especial atención a las necesidades de apoyo emocional del personal sanitario.
En el ámbito educativo, es necesario desarrollar estrategias que fomenten la inclusión y que potencien las habilidades, intereses, necesidades y capacidades de cada niño o niña; que se habilite una asignatura de educación emocional en las aulas, para prevenir situaciones de violencia, discriminación o acoso, y fomentar la tolerancia y la aceptación de la diversidad; y que se cuente con los recursos suficientes que permitan, por un lado, prevenir o detectar precozmente cualquier indicio que pueda sugerir la presencia o aparición de un problema de salud mental en los alumnos y alumnas, y por otro, actuar sobre el problema a tiempo. Es preciso llevar a cabo programas educativos que incluyan contenidos destinados a la formación sobre el uso responsable de las nuevas tecnologías y las redes sociales, las cuales se están convirtiendo en uno de los núcleos de generación de problemas de salud mental en la población infantil y joven.
En ámbito social y laboral, defendemos la necesidad de políticas activas de empleo, que favorezcan la inserción laboral con todas la garantías y derechos de las personas con problemas de salud mental, porque tener un empleo digno, saludable y motivador constituye una herramienta útil y eficaz para formar parte activa de la sociedad y para su recuperación. Y abogamos por la dotación de recursos destinados a mujeres, población infantil, migrantes o personas sin hogar dado que son algunos de los grupos sociales más vulnerables y sensibles a ver afectada su salud mental.
Burgos, 10 de octubre de 2020
La Decana de la Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Burgos
María Ángeles Martínez Martín
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