El pensamiento de Cicerón, las aventuras de Pericles, príncipe de Tiro; Dionisio, Antígona y Prometeo o los dioses, mitos y leyendas de la Metamorfosis de Ovidio se han acercado este año más que nunca a todos en una 65 edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida que sigue dando pasos en accesibilidad.
Así, el Teatro Romano de Mérida, que el cónsul Marco Vipsanio Agripa ordenó construir entre los años 15 y 16 a.C, ofrece más de 2.000 años después modernos sistemas de subtitulado en directo a través de teléfonos inteligentes y tabletas o unas nuevas mochilas vibratorias que se han estrenado este año y que permiten sentir la música a las personas con sordera completa.
También las galerías y vomitorios por los que el pueblo romano accedía al interior del teatro, los mismos de entrada ahora, se han hecho más transitables mediante una rampa para que personas que van en silla de ruedas accedan a un conjunto de localidades en las que pueden adquirir una entrada en solitario o junto a un acompañante.
Además, más de una treintena de personas con algún tipo de discapacidad sensorial han utilizado este año, a falta de dos espectáculos para que termine la 65 edición, alguno de los dispositivos -petacas para escuchar la audiodescripción o mochilas vibratorias- que ofrece la empresa Audiosigno para hacerles las obras accesibles.
Igualmente, se oferta un sistema de inducción o bucle magnético disponible en todas las obras y todas las funciones que no requieren de ningún soporte o material adicional, por lo que su uso no se puede cuantificar.
Paco, a pesar de sus 70 años y de ser de Mérida, hasta este año no ha acudido al Teatro Romano a ver un espectáculo y lo ha hecho para poder probar las mochilas vibratorias que le permiten sentir la música a personas con sordera completa como él.
El primer día, según explica su hijo, con quien se comunica a través de lengua de signos, acudió a ver la danza flamenca de la Compañía de Rafael Amargo y a su bullicioso Dionisio, una experiencia de la que salió muy contento aunque reconoce que aquello fue un “hervidero de vibraciones” con tantas palmas, taconeos y castañuelas.
Unos días después, con la Antígona del ballet de Víctor Ullate, Paco mejoró su experiencia ya que pudo notar la continuidad de la música e incluso se la transmitió a su hijo a través de su mano. Los dos son tajantes: “El aparato es magnífico”, pues ambos pudieron comprobar que estaban sintiendo lo mismo.
Grandes especialistas en teatro inclusivo son Alba y Vicente, una pareja de invidentesEn el SID sugerimos utilizar la palabra o expresión Personas ciegas en su lugar. que viajó de Madrid a Mérida para ver una obra en el mismo teatro que pisaron otras personas hace más de dos milenios, algo que, según confiesan, “impresiona”.
Con un par de meses de antelación habían sacado las entradas para ver “Metamorfosis”, pero decidieron cambiarlas al domingo cuando se enteraron que ese día se ofrecía la audiodescripción.
Ambos consideran que este sistema les ayuda bastante a hacerse una idea del contexto y de los personajes, ya que la audiodescriptora aprovecha los silencios entre diálogos para presentar el decorado, el escenario o como se mueven o van vestidos los actores.
Además, según Vicente, les permite apreciar los gestos y movimientos que hacen y les aclara determinadas situaciones cuando, por ejemplo, hay sonidos que no saben a qué corresponden.
Los dos habían viajado ya a Almagro, donde también habían visto una obra de su festival con audiodescripción, pero valoran que en Mérida ésta fuera en directo.
Al final, Alba y Vicente se fueron muy satisfechos con el espectáculo; contentos, como todos los espectadores, de haber visto a Edu Soto y a Pepe Viñuela y de haberse reído con ellos, además de haber disfrutado de la maestría de una narradora como Concha Velasco.
Reconocen que se van dando pasos en cultura accesible, aunque aún hay mucho camino por recorrer y, en ese sentido, invitan a un Festival como el de Mérida, en un espacio tan único y singular como el Teatro Romano, a que hagan “touch tour”, una visita táctil por el espacio escénico y el decorado antes de la función. Eso “sería perfecto”, augura Alba ilusionada.17