Los vallisoletanos que regalan su tiempo a otros

Fecha

09/03/2024

Medio

Diario de Valladolid

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Con los ojos humedecidos por una mezcla de emoción y tristeza, Angelita observa a Cristina mientras habla. Sonríe. Sus ojos proyectan un brillo y una luz casi únicos. Por momentos siente sosiego, desahogo, tranquilidad. Está en paz… “Quiero compañía para aliviarme. Cuando ella viene a casa estoy mejor, siento que necesito su presencia. Y nos quedamos hablando y hablando hasta que ya no tenemos de qué más hablar”, relata. María Ángeles Lasarte y Cristina Arias se conocen desde noviembre. A sus 79 años, decidió dar el paso y se comunicó con el Banco de Voluntarios de Valladolid. La elegida fue Cristina, quien no duda en abrazar y transmitir amor y cariño a la mujer. Ahora son inseparables, una relación a la altura de una madre y una hija.

Todos conocen en el barrio de la Circular de Valladolid a Angelita. “Si bajamos a dar un paseo, todo el mundo la para y la saluda y habla con ella. Un trozo pequeño se hace largo”, ironiza y ríe a la vez Cristina, voluntaria desde hace año y medio, una acción que aprendió y de la que se empapó durante su etapa de seis años de residencia en Estados Unidos, donde este concepto está muy consolidado. “De allí me llevo eso”, agradece, mientras recuerda alguna de las anécdotas con algún “ejecutivo importante que en sus ratos libres practicaba el voluntariado”, informa Ical.

A pesar de una vida “dura”, recrudecida en los últimos años por la situación de enfermedad de su marido, Ángeles desborda alegría sobre su rostro, quizás esa que por dentro esconde. Dicen que el amor es un secreto que los ojos no saben guardar. Y eso le ocurre con Cristina. “Estar con su compañía me alivia”, resume a Ical, más relajada tras unos minutos de emoción al narrar la situación de su esposo, en rehabilitación.

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