La universitaria que ‘rompe’ barreras: “La silla es mi cuerpo. Todo el mundo merece ser independiente”

Fecha

04/05/2021

Medio

La Gaceta de Salamanca

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Irene Climent tiene 23 años y ya siendo niña tuvo que aprender a moverse en silla de ruedas. Con un año le diagnosticaron síndrome de Guillain-Barré, un trastorno poco común que hace que el sistema inmunitario ataque el sistema nervioso, lo que dificulta la transmisión de señales desde el cerebro al cuerpo y como resultado la respuesta de los músculos. Su estado no es siempre el mismo y los ejercicios de fisioterapia le han permitido ganar más movilidad en ciertas etapas de su vida. “Siempre digo que soy un bebé volviendo a aprender a caminar”, afirma con humor. Para ella moverse en una silla no supone inconvenientes, aunque sí las múltiples barreras arquitectónicas con las que lamentablemente se sigue topando.

Es por ello por lo que esta estudiante de la Facultad de Medicina ha tenido que solicitar a la Universidad de Salamanca que adapten el acceso a dos aulas del edificio, pues cuentan con peldaños que la impiden entrar con independencia. “Me puse en contacto con el decano y la verdad que me respondieron rápido. Están estudiando qué se puede poner, si una rampa u otro sistema”, indica.

De momento, los responsables de la Facultad de Medicina, hasta poner solución al problema, han reprogramado la asignación de aulas, de forma que las asignaturas que se impartían en esta clase se realizan ahora en otra accesible.

Pero estos dos peldaños solo son la punta del iceberg e Irene no entiende que haya edificios públicos que aún cuenten con barreras arquitectónicas. “La silla es mi cuerpo. Todo el mundo merece ser independiente”, reclama la estudiante. Y es que ella misma en ocasiones reflexiona sobre el asunto. “Es algo que me costó muchos años entender. Yo misma antes decía: ‘Si es un momento, pido ayuda, que alguien me coja y ya está’. Pero fue mi madre la que me dijo que eso no lo tenía que hacer si yo no quería y que tenía derecho a acceder de forma digna a cualquier espacio o vehículo. Yo no puedo estar esperando que alguien pase y que me ayude, porque quizá esa persona no quiera o no pueda. Tengo que tener mi independencia y más en espacios públicos”, relata. Sin embargo la joven es consciente de que queda un largo recorrido hasta una total autonomía. “Es un círculo. Como no va gente con discapacidad los edificios no se adaptan y como no se adaptan no va gente con discapacidad”.

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