La tartamudez, ese trastorno de la fluencia del habla, afecta a un 1% de la población mundial adulta y a un 5% de la población infantil; en España, se presenta en más de 500.000 personas. Caracterizada por frecuentes repeticiones o prolongaciones de sonidos, sílabas o palabras, interrumpe de manera involuntaria el discurso.
En un mundo donde la comunicación condiciona nuestras vivencias, nuestra visión del mundo, estas dificultades pueden manifestarse y provocar consecuencias graves en los diferentes órdenes de la vida, en la escuela, el trabajo, en el tejidos de los vínculos afectivos… Por ello, la Fundación Española de la Tartamudez ha impulsado una campaña de sensibilización, coincidiendo con el Día Mundial de esta afección, que se celebra el 22 de octubre. En esta ocasión, el protagonista de la campaña, ‘Esto no es una película‘, es el actor Antonio de la Torre.
“Déjame que te cuente una historia. Es la historia de una ciudad. Una ciudad habitada por más de medio millón de personas. En ella viven hombres, mujeres, niños, ancianosEn el SID sugerimos utilizar la palabra o expresión Personas mayores en su lugar.… Como en todas las ciudades, hay estudiantes, funcionarios, abogados, parados, empresarios… como en la tuya y en la mía. Pero en esta ciudad existen barreras, vallas, alambradas, vigilantes que impiden a sus habitantes vivir en libertad. Vivir libres como tú y como yo. Y esas barreras y alambradas las levantan, cada día, gente como tú y como yo. Estas personas tienen las mismas necesidades que nosotros… quieren trabajar, amar, ser respetadas… Quieren hablar y ser escuchadas. Como tú y como yo. Solo necesitan una cosa que tú y yo no necesitamos: un poco más de tiempo para poder hablar. Un poco más de tiempo para ser escuchados. Esto No es una película. A las personas que viven en esta ciudad, no tan imaginaria, les gobierna la tartamudez. No es una enfermedad. Es simplemente una peculiaridad en el habla. Esta ciudad, de más de medio millón de habitantes, necesita de ti y de mi para derribar esas barreras…” Con estas palabras, de la Torre se dirige a toda la sociedad para involucrarla en el respeto por este trastorno.
Trastorno que, además, sigue planteando interrogantes que la ciencia no ha podido responder todavía, y vacíos legales, sanitarios y educativos que no se han sabido gestionar.
Es muy común que los niños con disfluencias sufran situaciones de burlas, acoso, aislamiento y rechazo, y son los padres y docentes los que deben estar muy pendientes de estas situaciones para cortarlas de raíz para que puedan tener un paso por el sistema escolar igual que cualquier otro niño. Es común que la mala gestión de estas acciones condicione al niño a la hora de escoger su profesión, su progresión curricular…
Pero quizá la mayor discriminación se produce en el ámbito laboral, donde una persona con tartamudez disminuye exponencialmente sus probabilidades de encontrar trabajo por el lamentable mito o miedo de que su forma de hablar pueda revertir en una menor competencia. En este plano, podemos decir que hasta en un 80% de los casos, las personas con tartamudez no superan la entrevista personal, no por falta de méritos del demandante, sino por prejuicios del entrevistador.
Por eso, según la Fundación Española de la Tartamudez, es de vital importancia promover la creación y modificación de leyes laborales, sociales, sanitarias y de educación, en el marco de las necesidades de las personas afectadas de tartamudez, y para ello reivindican su causa en el Día Mundial, para denunciar todos estas tachas, barreras, olvidos.