La Fiscalía pide prisión para el cómico David Suárez por su chiste sobre las mujeres con síndrome de Down

Fecha

15/07/2020

Medio

ABC

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La Fiscalía de Madrid ha solicitado la apertura de juicio oral y una pena de prisión para el humorista David Suárez a cuenta de un polémico chiste sobre una felación practicada por una chica con síndrome de Down que realizó en Twitter en 2019. El Ministerio Público pidió el pasado 15 de junio, según informa El Independiente, un año y diez meses de cárcel para el cómico así como una multa de 3.000 euros por su mensaje «despectivo» hacia el colectivo.

Se le acusa de un presunto delito contra el ejercicio de los derechos fundamentales del artículo 510 2 a) y 3 del Código Penal. Dicho artículo castigan a quienes lesionen la dignidad de «un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquél, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad».

También reclaman para Suárez cinco años de inhabilitación para el ejercicio de su profesión u oficio educativo en el ámbito docente, deportivo o de tiempo libre y la inhabilitación para el ejercicio de su profesión en las redes sociales durante el tiempo de la condena. El mensaje de Suárez en la red social Twitter decía así: «El otro día me hicieron la mejor mamada de mi vida. El secreto fue que la chica usó muchas babas. Alguna ventaja tenía que tener el síndrome de Down».

En noviembre de 2019, el Juzgado de Instrucción 30 de Madrid decidió el sobreseimiento libre de la causa al no ver indicios de delito por estar amparada la manifestación del humorista en la libertad de expresiónLa entidad sin ánimo de lucro denunciante Plena Inclusión Madrid recurrió la decisión en apelación ante la Audiencia Provincial y el Ministerio Público se adhirió a este recurso. Argumentó que «sin que, en modo alguno, el tuit pueda quedar amparado en el concepto de ‘humor negro’ como una manifestación de la libertad de expresión y disfrazar con el ánimo jocandi lo que es un atentado contra la dignidad de todo un colectivo, mediante un acto de humillación y desprecio directo hacia el mismo, siendo la dignidad el eje central de esta figura del inciso primero, por lo que concurren los requisitos exigidos en el artículo 510. 2 a) del CP».

La denuncia de un padre

Suárez fue denunciado paralelamente por Ramón Pinna, el padre de una niña de cuatro años con síndrome de Down, ante la sede de la Fiscalía Provincial de Madrid. Pinna aclaró entonces que, aunque no le correspondía decidir, ni siquiera valorar, si dicha acción es delito, lo que sí le correspondía, como a cualquier ciudadano, era «poner en conocimiento de jueces y fiscales este tipo de comportamientos lesivos contra la sociedad para que decidan ellos si hay o no delito».

El tuit lo lanzó el cómico el pasado 18 de abril de 2019 y provocó un aluvión de críticas y un rechazo social manifiesto. De hecho, fue reprobado abiertamente por varias personalidades públicas, como los periodistas Hermann Tertsch y Emilio Pineda, la actriz Itziar Castro, el «disc-jockey» Albert Neve o Iván Madrazo, exconcursante de «Gran Hermano 10».

En base a ello, y ante las duras críticas proferidas contra el humorista, muchas de las cuales pedían su «despido inmediato» de los medios de comunicación, Prisa Radio decidió prescindir de él como colaborador del espacio de Dani Mateo. Suárez se lamentaba así en un comunicado: «Soy cómico. Y mi género es el humor negro, un género pedregoso, que transita muchas veces carreteras complicadas, que trata temáticas sensibles y que juega a poner sobre la mesa todo aquello de lo que nadie quiere hablar. No es un humor que le guste a todo el mundo. Ni tiene porqué. Pero mi intención nunca ha sido ir contra las minorías, ni contra las víctimas».

La carta viral del padre

El padre denunciante aprovechó el suceso para escribir una carta que se hizo viral casi de forma inmediata, donde reconocía lo bien que le venía todo esto para explicarle a su hija, con síndrome de Down, «lo que es la estupidez».

«La primera, obviamente, tiene que ver con la generación excesiva de saliva que, efectivamente, está ligada a complicaciones neuro-motoras en niños con alguna discapacidad intelectual. No me extiendo más en detalles porque dudo de mi capacidad para ajustar la explicación al nivel que presumo que requieres. Sí que te anticipo el final del cuento, y es que a día de hoy con cariño y esfuerzo cotidiano –generalmente de las madres- casi se alcanza la normalización, cosa que resulta mucho más difícil de alcanzar con los síntomas propios de la estupidez en fase avanzada».

La segunda tenía que ver con la vida afectivo-sexual de las personas con discapacidad intelectual, y en concreto con la de las personas con síndrome de Down. «Verás David, quizás te resulte difícil de creer, pero el hecho de tener un cromosoma más no les resta un ápice en su capacidad para poder vivir una sexualidad plena», recordaba Pinna.

«Es cierto que quizás hay que sembrar con más paciencia en ellos esos valores que todos procuramos para nuestros hijos, de entre los que destacan el de la dignidad y la autoestima -reconocía este progenitor-. Como lo ignoras, te amplío un poquito el campo de visión para contarte que estas personas, una vez consolidan los valores, resultan mucho más estables y consecuentes que la media, y por lo tanto menos dados a la posibilidad de mantener relaciones con personas tan «sexualmente visionarias» y tan «elocuentes» como tú».

Concluía este padre hablando de «inteligencia»: «Nuestros hijos con síndrome de Down, presentan un déficit de capacidad para el entendimiento abstracto de determinados conceptos (¡ojo, que no son los únicos!) que les condiciona una transición sencilla entre lo concreto y lo general, ¿me sigues todavía?. Uno de ellos podría ser la inteligencia. Sin embargo, y no se sabe muy bien por qué motivo, estas personas están dotadas de una súper capacidad que les permite vivir la praxis de la finalidad última de la inteligencia humana: alcanzar la felicidad».

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