La asociación Ariadna necesita ayuda para sobrevivir ante el sobrecoste causado por la covid

Fecha

22/06/2020

Medio

El Norte de Castilla

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El impacto económico del coronavirus en las entidades que trabajan con personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) supera los 6,2 millones de euros, según el informe elaborado por la Confederación Autismo España. Una de esas entidades es la Asociación de Personas con Autismo de Salamanca, Ariadna, que calcula que el gasto extraordinario hasta finales de año provocado por la covid-19 se situará entre los 50.000 y 60.000 euros.

«Si no nos ayudan, habría que parar la asociación, pero vamos a intentar por todos medios mantenerla y también el máximo de servicios posibles», afirma Carmen Calvo, presidenta de Ariadna.

Con la desescalada, la asociación ha mantenido cerradas sus instalaciones, así como el centro de día y el colegio. En el primero se ha comenzado cierta actividad con una atención individualizada y se pretende recuperar la normalidad a partir del 1 de julio. También, apunta Calvo, se empezará con el servicio de ‘respiro escolar’ en el colegio y «a partir de ahí, iremos retomando los servicios, pero va a costar».

Esta vuelta a la normalidad con la reapertura de centros y servicios que han estado parados supone un importante sobrecoste para la asociación, ya que necesitan adaptaciones para poder reanudar su funcionamiento. Unos gastos extraordinarios que son muy elevados, sobre todo en el coste del personal, el gasto sanitario y la limpieza y desinfección, así como las adaptaciones de los espacios que necesitan los centros de trabajo para cumplir con la normativa de prevención frente a la covid-19, etc.

Ariadna necesita aumentar su plantilla entre seis y ocho personas en todos sus servicios, estima Calvo, al tener que, entre otras medidas, desdoblar algún aula en el colegio y contratar a más profesionales para el centro de día, ya que han bajado, por ejemplo, las ratios de personas que pueden salir en grupo a la calle.

También van a empezar «poco a poco» con el servicio de la autonomía personal, «pero la rehabilitación y terapia ocupacional, que también tienen una ratio muy baja, habrá que valorar a ver cuándo se puede comenzar; es complicado, por lo que de momento empezaremos en el centro de día con menos salidas a la calle y con menos actividades fuera».

A este gasto de personal, hay que añadir «un sobrecoste importante» también en limpieza. «En el centro de día, había dos días de limpieza a la semana, ahora vamos a tener que hacer una limpieza diaria y en el cole igual, si hacíamos dos días a la semana y una todos los días en el comedor, ahora será todos los días y en los baños, dos veces», explica.

Y también está el coste extraordinario de medidas de protección. «Hemos hecho cierto stock de mascarillas, geles hidroalcohólicos, EPIS, termómetros, etc. Ya estamos invirtiendo en seguridad», aunque su intención «es darle a cada usuario un par de mascarillas que puedan lavar y, en momentos específicos que se necesiten, recurrir a las quirúrgicas».

Menos ingresos

Y a todos estos sobrecostes, se une la disminución de los ingresos, ya que no han podido realizar ninguno de los actos previstos.

Calvo señala que la situación generada por la pandemia es «muy dura para todos, pero este colectivo está especialmente afectado», por lo que espera que la administración «sea consciente de las dificultades y nos eche una mano» para hacer frente al impacto ocasionado por la crisis sanitaria.

En este sentido, asegura que están «insistiendo mucho en que prestan un servicio que es necesario para la sociedad, porque lo único que hacen es atender usuarios que si no existieran estas asociaciones estarían pésimamente atendidos o asumidos por la administración». Por eso, considera que «no hacen nada extraordinario ayudándonos, ya que al final, lo que estamos haciendo es prestar un servicio a la sociedad».

Además «no se puede decir, estamos tres meses más sin dar servicios y el sobrecoste es menor, porque nuestros usuarios necesitan ya cuanto antes volver a la normalidad, recuperar sus terapias y sus servicios», concluye.

Impacto emocional

Las personas con autismo «se han adaptado relativamente bien a las nuevas rutinas», asegura Carmen Calvo, aunque señala que sí ha habido algunos «casos graves y dramáticos para los usuarios y sus familias», con muchas crisis durante el confinamiento, nerviosismo o estrés en la actualidad y otros casos que no se han adaptado bien a las nuevas rutinas. Y cuando empiecen con los servicios, «vamos a tener problemas de chavales que se han amoldado mucho a la rutina de ahora o que no quieren salir de casa o acudir a los servicios».

Ha sido y es una situación muy complicada, por lo que Calvo aboga porque para los casos más complicados «hubiera un servicio asumido por la administración para que las familias no tuvieran que soportar el cien por cien de las cargas, es decir, que para las personas que más les afecta exista un recurso especial para ellas».

Es enorme el coste emocional que supone para «las familias de las personas con autismo, incluso cuando no hay ningún caso grave; el cuidado de una persona con este tipo de discapacidad durante 24 horas al día es muy complicado». En circunstancias normales, las familias tienen un respiro en el centro de día de Ariadna, pero «ahora han sido 24 horas al día los siete días de la semana. El impacto emocional también ha sido muy importante».

Carmen Calvo alude además «al hecho de que los centros de personas con discapacidad estén asimilados a residencias de la tercera edad. Son personas muy vulnerables y las medidas son muy restrictivas con los paseos o visitas y el impacto es muy fuerte», porque «no dejar hacer paseos ni visitas, por ejemplo, son medidas que estamos asimilando a las de la tercera edad y no tienen nada que ver».

Por este motivo, asociaciones como Ariadna, están planteando y reivindicando que «exista una normativa diferente para nosotros, específica para la discapacidad y no tenga que ser necesariamente, aunque en algunas cosas pueda ser similar, la misma que para las personas mayores. No tiene ningún sentido que a una persona con autismo no se le permita salir al patio o realizar un paseo. Es muy complicado», señala Calvo.

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