El ejercicio físico puede contribuir a un aumento significativo de la supervivencia de pacientes oncológicos, al disminuir la toxicidad de los tratamientos y mejorar su calidad de vida. Así lo puso de manifiesto este lunes el jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital La Luz de Madrid, Alejandro Riquelme, para quien un ejercicio físico “específico y supervisado” mejora significativamente la calidad de vida de los pacientes en tratamiento e incluso en aquellos que ya no lo están recibiendo.
Junto a ello, disminuye la toxicidad y mejora la tolerancia de los fármacos, lo que, a su vez, permite completar el plan preestablecido, consiguiendo “más frecuentemente los resultados esperados y, por tanto, mejorando la supervivencia de estos enfermos”, según Riquelme.
“Síntomas tan frecuentes en nuestros pacientes y de tan difícil manejo con las terapias convencionales como la astenia, la fatiga, la neuropatía periférica, la ansiedad e incluso la disminución de la líbido, ya sean secundarios a los tratamientos recibidos o a la propia enfermedad, mejoran con el ejercicio físico”, agregó, al tiempo que subrayó que establecer una rutina de ejercicio físico promueve también “la constancia, el autocuidado y la adherencia al tratamiento”.
Riquelme valoró los “importantes avances” registrados en los últimos años en el abordaje de la enfermedad, así como la aparición de nuevos fármacos, los tratamientos biológicos, la inmunoterapia y sus distintas combinaciones, que han conseguido “extraordinarios resultados”.
Por estas razones, hizo hincapié en el “buen pronóstico” que tienen la mayoría de pacientes oncológicos y abogó por considerarlos “largos supervivientes”, terminología que hace referencia a pacientes diagnosticados de un cáncer que, gracias al manejo multidisciplinar, se curan o sobreviven “lo suficiente como para poder desarrollar complicaciones a largo plazo, derivadas de los tratamientos recibidos o de otros factores como la edad, el sexo o factores ambientales conocidos”.
Merced a este cambio de paradigma, la oncología médica marca nuevos objetivos terapéuticos con sus pacientes, buscando aumentar su supervivencia pero sin olvidar la mejora de la calidad de vida, la disminución y prevención de toxicidades a medio y largo plazo y evitar, en la medida de lo posible, la aparición de otras enfermedades o procesos paralelos e intercurrentes a lo largo de su evolución.
En este punto, el especialista apostó por acercarse al paciente a través de una visión integral que incluye, a su juicio, un manejo médico multidiciplinar, una colaboración transversal de los distintos especialistas médicos implicados y una comunicación íntima y bidireccional con otros profesionales de la salud.
También ve necesario contar con la estrecha colaboración de expertos nutricionistas y fisioterapeutas especializados y con la “novedosa e indispensable” ayuda de especialistas en ejercicio físico adaptado para los pacientes oncológicos.