A menudo encontramos a muchas personas preocupadas por adaptar documentos a lectura fácil. Nos encanta esa sensibilidad. Pero también ocurre que, en algunos casos, observamos que esa es la única acción que se proponen para promover la accesibilidad cognitiva y esto nos parece un error.
En Plena inclusión solemos decir que nuestro trabajo en accesibilidad cognitiva es hacer el mundo más fácil de entender. Según la subcomisión de Accesibilidad Cognitiva del CERMI, la accesibilidad cognitiva es “la característica de los entornos, procesos, actividades, bienes, productos, servicios, objetos o instrumentos que permiten la fácil comprensión y la comunicación”.
En ese extenso listado, la lectura fácil tiene más relación con los productos. Y, además, solo con algunos tipos de productos: los documentos. Además de los documentos, como productos que deberían ser fáciles de entender podríamos incluir desde microondas y latas a películas de cine.
Tres ejemplos: videojuegos, webs y hospitales
Lo que queremos decir se entenderá de forma más fácil con algunos ejemplos, como precisamente sugieren los consejos habituales de la accesibilidad cognitiva.
Primer ejemplo. Nos llegó hace poco una propuesta para trabajar sobre videojuegos fáciles de entender. Querían adaptar los textos que aparecían para hacerlos más sencillo. Por ejemplo: los guiones de los personajes de los videojuegos. Les respondimos que sería interesante plantear que el videojuego no es solo un producto, sino también un entorno en el que, además, hay procesos.
Habría que evaluar si cada paso de cada proceso es fácil de entender y si la gente se desorienta en ese entorno, aunque sea un entorno digital.
Segundo ejemplo. A menudo también nos solicitan adaptar a lectura fácil los contenidos de una web. Es una petición muy habitual. Nuestra respuesta más común es que es importante también mejorar la navegación de ese entorno online. Si la información es fácil de entender, pero difícil de encontrar, el esfuerzo no valdrá tanto la pena.
Tercer y último ejemplo. El otro día leíamos en las redes sociales un caso muy valioso sobre el buen trato en urgencias hacia una persona con Trastorno del Espectro Autista con quien el personal sanitario se había comunicado con pictogramas.
Eso claramente no es lectura fácil: es un buen ejemplo de sensibilización y formación en sistemas alternativos y aumentativos de comunicación (SAAC) y de interacción accesible entre personas.
Más allá de la lectura fácil
La lectura fácil es un método para crear y adaptar documentos que resultan más fáciles de entender. Cuando hablamos de la accesibilidad cognitiva, posiblemente tendemos a pensar más en ella porque es la herramienta más desarrollada (nació en los años 60 en Suecia) y sobre la que contamos con más herramientas (como por ejemplo la norma UNE y un montón de servicios expertos).
Pero la accesibilidad cognitiva no es solo lectura fácil. Debemos contemplar los sistemas alternativos y aumentativos de comunicación para personas con grandes necesidades de apoyo, los entornos físicos y digitales, los procesos, la interacción con las personas…
Nos apuntamos como nota final: debemos pensar la accesibilidad cognitiva como algo mucho más global.