Ilunion ha impulsado en su sede corporativa, en Madrid, un curso básico y práctico de alfabeto dactilológico para facilitar la comunicación, el día a día y las relaciones laborales con uno de sus compañeros, Javier García Pajares, el primer Erasmus sordociego que, además, trabaja en la asesoría jurídica.
Según informó hoy Ilunion en una nota de prensa, se estima que en España hay en torno a unas 6.000 personas con sordoceguera, que implica problemas de comunicación únicos y necesidades especiales derivadas de la dificultad para percibir de manera global, conocer y desenvolverse en el entorno.
“Salvo que alguien tenga intención comunicativa contigo, tú no sabes lo que ocurre alrededor y, por lo tanto, no solo no te puedes comunicar, sino que no puedes reaccionar ni puedes mostrar interés por lo que está pasando en tu entorno”, señaló Esther Requena, gerente de la Fundación Once para la Atención de Personas con Sordoceguera (Foaps).
Por eso, la figura del mediador es tan importante para la inclusión de la persona con sordoceguera, pues es quien trata de que esté “en contacto con el mundo, con la familia, con los amigos, con el centro, con quien esté a su alrededor, y de que esas personas puedan comunicarse también con la persona con sordoceguera”, según Lorena Gonzalo Parra, mediadora de Foaps.
Sin embargo, no siempre es posible que haya un mediador disponible, como ocurre en el caso de Javier García Pajares, el primer erasmus sordociego que, además, trabaja en la asesoría jurídica de Ilunion, la marca de las empresas del Grupo Social ONCE.
Por esa razón, para facilitar las relaciones laborales de García Pajares y su día a día, Ilunion, con la colaboración de Foaps y en su línea por la inclusión de las personas con discapacidad, ha impulsado en su sede corporativa un curso básico y práctico de alfabeto dactilológico, que es el sistema para poder comunicarse con las personas con sordoceguera.
Esther Requena explica que para la incorporación de Javier García Pajares la Foaps realizó un trabajo previo tanto con él como con quienes serían sus compañeros, con el fin de que perdieran “el miedo a esa barrera que supone encontrarse con una persona que ni ve ni oye”.
ROMPER BARRERAS
De esa necesidad por romper esas barreras, surge el interés por parte de otros compañeros de Torre Ilunion por aprender a comunicarse con Javier García Pajares, una iniciativa que él mismo aplaude. “Me parece genial. Que mis compañeros y compañeras quieran aprender a comunicarse conmigo es una iniciativa genial. La comunicación es muy importante”, argumenta.
La jefa del departamento de Diversidad y Marca Empleadora de Ilunion, Susana Moreno, señala que la demanda ha sido mayor de lo esperado. “Nos ha sorprendido, porque de hecho se ha apuntado tanta gente que hemos tenido que hacer dos ediciones del curso”, asegura. El segundo grupo comenzará su formación en septiembre.
Entre los alumnos que han realizado el primero se encuentra Ricardo González Guerra, coordinador de Seguridad, Salud y Bienestar del Grupo Ilunion, quien se apuntó a esta formación, no solo como trabajador sino como compañero. A su juicio, ha sido un curso “ameno” y “sencillo”. “A mí me ha gustado mucho”, afirma. “Lo que requiere, sobre todo, es mucha práctica, así que ahora vamos a estar hablando con él todo el día”, bromea.
Javier García Pajares explica que hay compañeros con los que habla más por razones laborales, como su responsable en la asesoría jurídica en el área de contratos mercantiles, Susana Poncela, y de la que asegura que progresa adecuadamente. “Ella piensa que va lenta, pero yo le digo: tranquila, es que no estás acostumbrada a hablar rápido. Esto requiere su práctica, su tiempo, poco a poco irás mucho más rápido. Pero no te preocupes que, de momento, lo haces fenomenal”, añade.
Otra de las alumnas, Carmen Pérez Borrego, recepcionista de Torre Ilunion, aplaude que el Grupo Ilunion impulse iniciativas de este tipo que mejoran la comunicación con compañeros como Javier. “De hecho, el otro día pasó por recepción y pude decirle algunas cosas”, cuenta.
En este sentido, Javier García Pajares explica cómo ha cambiado su vida diaria en el trabajo. “Se nota que me integro más, que hay personas que saben comunicarse conmigo, que se interesan, que a lo mejor me preguntan ¿cómo estás? Cuando me ven y eso antes no lo hacían porque no sabían cómo comunicarse conmigo”, explicó.
A Carmen, la recepcionista, le ha ayudado “un montón” saber lengua de signos a la hora de aprender el sistema dactilológico en palma. En su opinión, las clases han sido muy didácticas y muy amenas”. “La profesora, muy bien, nos hemos reído mucho, a la vez que hemos aprendido. Me han encantado”, asegura.
ALUMNOS MUY MOTIVADOS
Todos los alumnos coinciden en elogiar las clases. La artífice del éxito de este curso y mediadora de Foaps, Lorena Gonzalo Parra, destaca que todos los alumnos estaban “muy motivados” y que todos querían aprender para poder comunicarse con Javier. “Lo han puesto muy fácil, se han esforzado muchísimo”, afirma.
Lorena Gonzalo señala que, a la hora de aprender el lenguaje dactilológico en palma, “lo más difícil” es la configuración, “porque es un sistema en el que cada letra se hace con una configuración concreta de la mano. Al principio, hacer esas configuraciones, cuesta”.
Alberto Rossi, del departamento de Desarrollo de Negocio Internacional, que ha sido otro de los alumnos de Lorena, explica esa dificultad: “Lo más difícil es no mezclar algunas letras, porque el lenguaje dactilológico no deja de ser una combinación táctil de una mano sobre otra, jugando con la posición de los dedos. Hay unas letras que son más fáciles de recordar y otras es más complicado y lleva a confusión”.
Algo en lo que coincide Susana Moreno, que también realizó el curso. “Las primeras veces piensas que es imposible que puedas aprender algo así, sin embargo, poco a poco, hemos conseguido aprenderlo, nos hemos manejado y comunicado de una manera sencilla”, asegura.
Todos los alumnos que han decidido realizar este curso lo han hecho por razones laborales, pero, sobre todo, por compañerismo “Aunque somos casi 1.000 personas en esto centro de trabajo, en Torre Ilunion, Javier no deja de ser un compañero, al cual te encuentras en el pasillo, en la cafetería, que es sordociego y tiene unas barreras de comunicación importantes, formales e informales”, argumenta Alberto Rossi.
En opinión de Javier García Pajares, el curso ha gustado “muchísimo” porque es “otra forma de comunicarse que, cuando la pruebas, en general, te gusta”. “Y eso parece que es lo que les ha motivado a querer aprender más”, agrega.
Lorena Gonzalo, la mediadora y profesora de este grupo, no tiene ninguna duda en cuanto a la nota que se merecen unos alumnos tan entregados y voluntariosos, aunque, eso sí, tienen que practicar y coger velocidad. “Un sobresaliente, sin duda”.