Cada año se producen 90.000 nuevos casos de ictus en España y más de 23.000 fallecimientos, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que alertó de que cerca del 90% de los casos se podrían evitar con un estilo de vida saludable, detección precoz y control de los factores de riesgo.
Con motivo de la celebración el 29 de octubre del Día Mundial del Ictus, la SEN recordó que esta enfermedad cerebrovascular es, en todo el mundo, la segunda causa de muerte más común (después de la cardiopatía isquémica) y la tercera causa más común de discapacidad (en Europa es la primera), según los datos del último estudio ‘Global Burden of Disease (GBD)’.
Este mismo estudio apunta, además, que cada año y en todo el mundo se producen casi 12 millones de casos de ictus y más de siete millones de fallecimientos por esta causa. Unas cifras que, comparadas con los datos que se manejaban hace 30 años, suponen un aumento del 70% en el número de casos, un incremento del 44% en las muertes y un 32% más de discapacidad.
En España, según datos de la SEN, cada año se producen unos 90.000 nuevos casos de ictus y, en 2023, esta patología fue la responsable del fallecimiento de más de 23.000 personas.
Además, más del 30% de las personas que sobreviven a un ictus en España están actualmente en un situación de dependencia, debido a la discapacidad a largo plazo que les ha provocado las secuelas de la enfermedad. El ictus es la primera causa de discapacidad en España y, en al menos el 40% de los casos, el ictus deja importante secuelas.
TIPOS DE ICTUS
La coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, la doctora Mª Mar Freijo, explicó que “existen dos tipos principales de ictus: el ictus isquémico, al que corresponden casi el 80% de los casos de ictus que se dan en España, y que se produce cuando un trombo impide u obstaculiza la llegada de sangre al cerebro; y el ictus hemorrágico, que supondría casi el 20% de los casos restantes, y que se genera cuando es la rotura de alguno de los vasos sanguíneos del cerebro la que compromete la circulación sanguínea”.
En todo caso, añadió, “independientemente del tipo de ictus, la rapidez con la que se haya recibido atención médica ante la aparición de los primeros síntomas influirá enormemente en el pronóstico de los pacientes. Teniendo en cuenta que, por cada minuto que pasa sin que llegue la sangre al cerebro se mueren casi dos millones de neuronas, se explica por qué la frase ‘el tiempo es cerebro’ va siempre asociada a esta enfermedad”.
Si se sospecha que una persona está sufriendo un ictus se debe llamar de forma inmediata a los servicios de urgencia “porque es una emergencia médica”. Se estima que, respecto a los últimos 30 años, las tasas de mortalidad descendieron más de un 68% en los países de Europa Occidental.
MARGEN DE MEJORA
Sin embargo, remarcó la doctora Freijo, “desde la SEN estimamos que hay un mayor margen de mejora. En primer lugar, porque aún existen provincias españolas que aún no disponen de Unidades de Ictus; y, en segundo lugar, porque estimamos que el Código Ictus solo se llega a utilizar en cerca del 40% de los casos que se atienden actualmente en España, principalmente porque sigue existiendo un altísimo porcentaje de la población que no es capaz de identificar los síntomas de ictus y, no llama al 112”.
La SEN estima que solo un 50% de la población española sabe reconocer los síntomas de esta enfermedad y que el porcentaje de población que sabe que ante cualquier síntoma de ictus se debe llamar a emergencias, es aún menor.
Por ello, insistió en recordar estos síntomas: pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo, alteración brusca en el lenguaje o la visión, pérdida brusca de la coordinación o el equilibrio y dolor de cabeza muy intenso.
Por ello, recordó la doctora Freijo que se estima que “cerca del 90% de los casos de ictus se podrían evitar con un estilo de vida saludable porque muchos de los factores de riesgo de un ictus son modificables o controlables. Por ejemplo, los principales factores de riesgo de un ictus, como son la hipertensión arterial y el colesterol alto o la diabetes, pueden controlarse”.