Cuando a Tomás le diagnosticaron su discapacidad, llevaba un tiempo sin empleo y entró en una espiral de alcoholismo. Comenzó a tratarse en un centro de atención a las adicciones de la Comunidad de Madrid, pero su vida cambió cuando conoció la Fundación A LA PAR y entró en su programa de empleo. Y no solo porque consiguió un trabajo, sino también porque allí conoció a Magdalena, su pareja desde hace dos décadas. Ella trabaja en el centro desde 1998, ahora manipulando sellos de coleccionista. «Y hasta hoy, en cuanto la vi me quedé a su lado», cuenta orgulloso a ABC.
«Fue verlo y sentir un flechazo, fue muy bonito. Al principio tenía miedo, por mis experiencias por otros chicos, pero empezamos a hablar y yo le contaba mis cosas», recuerda Magdalena. «Estaba deseando que llegasen los descansos para charlar con ella», añade Tomás. Su historia de amor, reconocen, «ha derribado muchas barreras». Ellos son el mejor ejemplo de que las personas con discapacidad también pueden encontrar una pareja estable, emanciparse y formar una familia. «Yo perdí a mi padre, vivía con mi madre y le daba miedo que me fuera de casa. Hablaba con mi suegra y decían que no sabían cómo íbamos a acabar, porque los dos tenemos mucho genio», recuerda.
Como muchas parejas, viven de alquiler y gestionan su casa «sin ayuda». Al principio, la madre de Tomás les mandaba tuppers. Ahora, Magdalena presume de sus guisos. «Muchos creen que por tener una discapacidad no podemos enamorarnos o emanciparnos. Aún hoy es un tema tabú, y en el siglo en el que estamos me gustaría que la gente pensase de otra forma. Nosotros estamos muy orgullosos de vivir de forma independiente sin ayuda», añade.
Hace unos cinco años dieron un paso más en su relación y se convirtieron además en pareja de hecho. «Queríamos casarnos por la iglesia, pero no teníamos tanto dinerito, así que organizamos una cena familiar. Ahora tengo dos padrinos, el de bautizo y el de la pareja de hecho», admite Magdalena.
Aumentar la familia
Desde Fundación A LA PAR creen que «todas las personas, con las herramientas precisas, pueden emanciparse, enamorarse y, llegado el caso, formar una familia. Tener una vida plena, en definitiva». Así lo recoge también la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que pide «poner fin a la discriminación contra las personas con discapacidad en todas las cuestiones relacionadas con el matrimonio, la familia, la paternidad y las relaciones personales, y lograr que las personas con discapacidad estén en igualdad de condiciones con las demás».
Siguiendo los compromisos fijados en este acuerdo, el Congreso está trabajando actualmente en un proyecto de ley que reformará la legislación civil y procesal para sustituir el modelo actual de incapacitación, «que no deja de ser una especie de muerte civil que niega la voluntad de una persona», explica Agustín Matía, responsable de Down España, «por un sistema de apoyo que no para que la persona pueda participar en cuestiones jurídicas, entendiendo siempre sus dificultades».
Tomás y Magdalena decidieron hace ya tiempo ser una familia de dos. «Tener hijos muchas veces nos da miedo. Aún existe ese prejuicio de no tener hijos por si van a salir como tú», dice Tomás. «Yo me lo planteé, pero no quiero, porque me da miedo. Mis padres han sufrido mucho conmigo, aunque ahora están orgullosísimos», lamenta su mujer. «Nos falta educación, porque nuestros caseros también tienen discapacidad y tienen un niño sin ella, precioso».
De la incapacitación a los apoyos