Pese a los avances logrados, el ejercicio del derecho a la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual y/o del desarrollo es una asignatura pendiente. El acceso y disfrute a una sexualidad saludable sigue siendo una excepción para las personas con discapacidad intelectual y más aún si se habla de personas con más necesidades de apoyo o de las que pertenecen al colectivo LGTBI+.
El papel de los profesionales y de las entidades en este ámbito es clave, y por suerte en los últimos 3 años se han desarrollado varias herramientas para apoyar a estas, en la consecución de este objetivo. Es el momento de conocerlas para poder aplicarlas.