La diversidad que nos encontramos en las aulas cada vez es más latente y no se reduce a los estudiantes con necesidades educativas especiales, sino a la colectividad del alumnado, debido a los cambios culturales, sociales y económicos. Aprendices visuales, jóvenes con talentos, alumnado extranjero, de contextos más o menos favorecidos, con estilos de aprendizaje variados, con un exceso de motivación en los recursos tecnológicos… Todos ellos conforman un crisol difícil de atender desde un modelo de currículo único, homogéneo y magistral.

Por eso, cada vez más docentes comienzan una nueva etapa en la que se sienten desbordados por la diversidad de sus aulas y no saben cómo afrontarla desde el modelo de enseñanza unificada.

Inclusión y Diversidad no es una moda creada por un colectivo de teóricos, alejada del mundo de la empresa y la enseñanza. Esta disciplina encuentra una sólida base en la necesidad de toda institución educativa de respetar y aplicar los valores más fundamentales de respeto, tolerancia, aceptación y gestión del talento para formar jóvenes que aseguren un entorno inclusivo e igualitario en todos los ámbitos de su vida.