Las capacidades cognitivas van cambiando a lo largo del ciclo vital, siendo en el envejecimiento cuando el declive se hace más evidente. El deterioro del estado cognitivo, asociado a determinadas enfermedades que surgen en esta etapa de la vida, puede en algunos casos prevenirse. La detección de factores de riesgo y la puesta en marcha de hábitos saludables condicionan un buen estado cognitivo y el bienestar emocional. La evaluación neuropsicológica de la memoria, el lenguaje, y otras capacidades así como la evaluación de los aspectos emocionales resulta imprescindible para implementar programas de intervención en función de las necesidades individuales.