Las personas con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) encuentran barreras de todo tipo que dificultan su participación en la sociedad en las mismas condiciones que el resto de la ciudadanía. Con frecuencia experimentan discriminación en áreas como la educación, el empleo, la salud o la vida independiente.
Estas circunstancias se intensifican cuando además las personas con TEA presentan grandes necesidades de apoyo. En estos casos, el riesgo de que se vean apartadas de la participación
social y de la toma de decisiones significativas sobre sus vidas se incrementa notablemente.
Ésta es la visión que se mantiene sobre muchas personas con TEA que, además, presentan una discapacidad intelectual significativa asociada y necesidades complejas de apoyo,
especialmente cuando no disponen de sistemas funcionales de comunicación o los emplean de manera muy restringida.