En 2005, el gasto en cuidados de larga duración representó, de media, el 1% del PIB de los países de la OCDE, pero, de cara a 2050, esa cifra podría multiplicarse por dos, o incluso por cuatro, como consecuencia del envejecimiento demográfico y el aumento de la población mayor con discapacidad. Dicha tendencia, que coloca los cuidados de larga duración como una actividad estratégica para el bienestar de las sociedades del futuro, se produce, no obstante, en un momento en que el sector se enfrenta a importantes desafíos. La creciente participación de las mujeres en el mercado laboral, la reducción del tamaño de las familias, las mayores exigencias respecto al sistema sociosanitario y los problemas actuales para retener a los cuidadores profesionales pueden derivar en dificultades para dar respuesta a la demanda. Estas previsiones justifican con creces la publicación de este informe, en el que la OCDE describe la situación actual de los cuidados prolongados como ámbito laboral y se pregunta por las políticas más convenientes para garantizar su disponibilidad en años venideros.
Con este fin, el estudio identifica tres estrategias complementarias. En primer lugar, está el incremento de la fuerza laboral empleada en los cuidados de larga duración, que se podría alcanzar mediante programas formativos, reclutando a personas desocupadas (jubiladas, desempleadas, voluntarias) o a grupos de trabajadores infrarrepresentados en el sector (como los hombres), o mediante la gestión de los flujos migratorios. Una segunda estrategia consistiría en mejorar el uso de la fuerza laboral disponible. Para lograrlo, se sugiere mejorar las condiciones laborales del sector (con salarios más altos, pero también otro tipo de prestaciones y servicios complementarios) e impulsar la cooperación entre este tipo de cuidados y el sector sociosanitario en sentido amplio. Por último, se propone reducir la necesidad de cuidadores e incrementar a cambio su productividad, lo cual se podría conseguir gracias al uso intensivo de las nuevas tecnologías, la promoción del envejecimiento saludable y la redefinición de las tareas de cuidado, asignando las más sencillas a los trabajadores menos cualificados.
Información recogida de Gizarteratuz (2010, mayo) 4