Este trabajo se plantea que la inclusión de personas con discapacidad intelectual produce, gracias al impacto de su convivencia con los entornos inclusivos, valores que estos últimos han pretendido crear en su ánimo de poner en práctica esos principios con los cuales estaban comprometidos. De esta manera, desde este punto de vista, puede reivindicarse que la inclusión de este colectivo, hace que pase de sujeto que recibe el esfuerzo inclusivo de la sociedad, a protagonista del proceso inclusivo en sí, ya que llevar a término este objetivo redunda en una creación de valores en su entorno.
Es decir, la inclusión supone no sólo un ejercicio de justicia social, sino un proceso de inversión en valores para la sociedad en general. Ello refuerza una sociedad más inclusiva que acepta la diferencia como factor de enriquecimiento y bienestar en su conjunto, que logra lo que busca con sus planteamientos primigenios, reforzando valores como la tolerancia, la solidaridad y la igualdad.
Resumen extraído de la página web del CEDD.