Nos parece un libro muy útil para todas las personas relacionadas con la (re)habilitación auditiva de usuarios de IC, tanto profesionales como padres y familiares. La autora aclara conceptos tales como tener en cuenta la edad auditiva, contada a partir de la 1ª programación del IC respecto a la edad cronológica. Al final de cada uno de los 5 capítulos hay unas preguntas de autoevaluación para ir comprobando que los conceptos han quedado claros.
La autora aborda conceptos ya conocidos y consensuados tales como:
– Se utiliza el término «habilitación auditiva» cuando nos referimos al trabajo con niños con sorderas prelocutivas en los que no existe conciencia del sonido. Rehabilitación se refiere al tratamiento con niños postlocutivos o perilocutivos o adultos postlocutivos.
– Las diferentes marcas de IC dan resultados similares a los portadores.
– Es importante acotar las expectativas para cada caso concreto, y tener claro que el IC es adecuado en principio para sorderas profundas a partir de pérdidas de 90 dB, en niños.
– La metodología de intervención del logopeda se basará en la estimulación auditiva, siempre desde la interacción comunicativa.
– Los resultados a nivel del lenguaje estarán relacionados con la edad en que se ha colocado el IC y la situación previa de la que se parte.
– Para trabajar y estimular el IC es conveniente trabajar sólo con él en la sesión, esto significa desconectar el audífono contrateral (si se usa) o el otro IC (si se trata de una persona que es implantada bilateralmente).
Basándose en la práctica del día a día, en el Hospital de la Paz, Belén Herrán nos da unos apuntes a modo de guía, que conviene tener en cuenta, dependiendo de las edades y las características en cada caso:
– Los niños prelocutivos implantados precozmente, necesitan un tratamiento de entre 2 y 3 años, según los casos, implicando siempre a las familias (padres, hermanos, abuelos), de manera que cuando es el momento de la escolarización pueden ir a una escuela normal y seguir el currículum como sus compañeros oyentes, puesto que su desarrollo de lenguaje es semejante.
– Los niños prelocutivos implantados mayores, sobretodo a partir de los 6 años, tendrán con el IC una gran ayuda pero seguirán necesitando la lectura labial como entrada visual para su comunicación.
– Los errores de articulación, en principio, no se corrigen porque se consideran dentro del proceso normal de adquisición del lenguaje
– Los adolescentes prelocutivos cuyo modo de comunicación es el signado, no suelen ser buenos candidatos al IC, ya que normalmente no son ellos quienes están motivados sino sus padres y familiares los que impulsan la decisión.
– Los adultos y en general los postlocutivos (dependiendo del tiempo de deprivación auditiva) necesitan poco tiempo de rehabilitación y en los casos de sordera súbita implantados sin pasar demasiado tiempo no suele ser necesaria ya que el dispositivo sustituye para ellos la función auditiva.
Habla del mapa auditivo individual que para cada persona implantada se ha precisado en la programación y la importancia de los parámetros del mismo relacionados con el trabajo del logopeda, para poder elaborar el tratamiento más adecuado en cada momento.
Hace hincapié también en la relación entre el IC y la fonética acústica de las lenguas; en este caso de la fonética acústica del español y nos da (en el capítulo 3) las características frecuenciales de cada uno de los fonemas vocálicos y 17 consonánticos de dicha lengua, puesto que según la autora «hacer un repaso de los sonidos del habla puede ayudar, en ocasiones, a comprender algunas dificultades concretas en que pueden encontrarse algunos pacientes y corregirlas con menor esfuerzo». Aunque, como también especifica: «si se trabaja con un niño cuyo IC le ofrece una estimulación acústica que cubre todas las frecuencias del habla, hay que saber que está capacitado para percibir no sólo su propia voz sino el lenguaje oral».
En el libro hemos encontrado algunos detalles que quisiéramos matizar, tales como que en el equipo básico de un Programa de IC debería haber un audiólogo, foniatra o audioprotesista, puesto que se cita al anestesista y pensamos que éste pertenece al equipo del cirujano, más que al Programa en sí. O la cuestión de la decisión, que creemos es de las familias en el caso de los niños y del candidato si es un sordo adulto.Pensamos que el libro es una guía amena y exenta de dificultades de lectura, apta para todos los que están relacionados con el tema y aplaudimos la iniciativa de Belén ante el reto de poner su trabajo por escrito al servicio de otros profesionales con menos experiencia o padres uqe se enfrentan a la decisión de implantar o no a sus hijos sordos profundos.
Crítica recogida de Integración: Revista de la Asociación de Implantados Cocleares (2006, enero) 37