En el estudio han participado 53 familias y 5 profesionales de las entidades que prestan apoyos educativos al colectivo. Estas personas han facilitado sus testimonios a través de grupos de discusión y entrevistas. También se ha contado con la participación de un estudiante con TEA de educación secundaria, que aportó su experiencia y contrastó la información recopilada.
El estudio pone de manifiesto que, a pesar de que la adaptación del alumnado en el espectro del autismo a la situación educativa generada por la pandemia ha sido relativamente buena, estos y estas estudiantes son especialmente vulnerables frente al riesgo de desarrollar síntomas de malestar psicológico y emocional que afectan a su bienestar.