Este artículo presenta y apuesta por un aprendizaje basado en la cooperación y donación de significados entre alumnos en procesos de intercambio e interacción social permanente. El aula como espacio vital y psicológico donde se sitúan alumnos con experiencias, conocimientos y expectativas diferentes no puede ser un espacio único y cerrado a las demandas y exigencias sociales; debe ser un subsistema que favorezca y promueva procesos de construcción personal en cooperación con otras instancias, y que tenga en cuenta intereses y exigencias distintas según las conciencias individuales con las que comparte tiempo, espacio y realidades cercanas.
Para ello, presentamos la comunidad de aprendizaje, aprendizaje de colaboración, el proyecto de trabajo, aprendizaje dialógico, aprendizaje cooperativo, como instrumentos básicos con los que poder reinterpretar los nuevos retos educativos de esta sociedad del conocimiento y de la información, con el propósito de redescubrir un conocimiento que no excluya socialmente a nadie, considere el principio de normalización y de necesidad educativa especial y aporte significado, interés y funcionalidad ante los nuevos desafíos del siglo XXI.
Un aprendizaje y conocimiento con estas características sólo puede cimentarse en estrategias diversas y almas heterogéneas que conlleven procesos de negociación y reinterpretación de significados en el aula, donde tengan cabida, siempre, las interpretaciones y aportaciones de los otros, los sentimientos, afectos de todos en contextos de diversificación y de apuesta solidaria por lo relevante de cada uno, sin discriminación alguna. Donde cada uno observe la praxis de la realidad desde su particular forma de interpretar el mundo.
Resumen tomado de Dialnet