En las dos últimas generaciones ha habido un cambio altamente significativo en la supervivencia de las personas con síndrome de Down. En la década de los cuarenta del pasado siglo, la esperanza media de vida era de 12 años (Penrose, 1949). Gracias a los avances médicos y a la mejora en los servicios, disfrutan ahora de esperanzas de vida que están alrededor de los 60 años (Bittles y Glasson, 2004). En consecuencia, ahora somos testigos de la primera generación de personas con síndrome de Down que se ha beneficiado de una revolución en su vida que supone mayor capacidad de conocimiento, atención a su salud, apoyos y servicios (Yang et al., 2002). Al tiempo que su esperanza de vida es más larga, llega una población mayor de individuos de adultos que muestran cambios prematuros en su salud relacionados con la edad. Surge así la necesidad de proporcionar atención sanitaria especializada para esta población de más edad que muestra un mayor riesgo para ciertos problemas y menor para otros. Es mayor su riesgo para que aparezca demencia, cambios en la piel y el cabello, una menopausia de aparición más precoz, trastornos de la visión y audición, crisis epilépticasEn el SID sugerimos utilizar la palabra o expresión Personas con epilepsia en su lugar. de aparición en el adulto, disfunción tiroidea, diabetes, obesidad, apnea del sueño y problemas osteomusculares. Junto al aumento de riesgo para ciertos problemas, aparece un patrón diferente en otros que van asociados con la mortalidad del adulto con síndrome de Down. Esta revisión se centra en las tasas o frecuencias de aparición de los trastornos médicos más frecuentes en los adultos, y en los factores que contribuyen a que aparezcan o a que muestren cambios relacionados con la edad.
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