Tras aclarar algunos conceptos y situaciones necesarios para avanzar hacia una educación de calidad para todos los alumnos y alumnas vulnerables a los procesos de exclusión, se refiere a las dimensiones y la naturaleza de la inclusión educativa y constata que los valores hacia la inclusión que solemnemente aparecen en textos, normas y declaraciones nacionales e internacionales, se llevan a la práctica con dificultad y restricciones. Considera el autor que las políticas para la inclusión educativa deberían ser sistémicas y afectar, por tanto, a todos los componentes del sistema educativo y que deberían aplicarse considerando las características y el contexto de cada centro y cada comunidad educativa. La inclusión debe verse como un proceso de reestructuración escolar preocupado por un aprendizaje y un rendimiento escolar de calidad y exigente con las capacidades de cada estudiante. Finaliza el artículo con la exposición de la situación actual y con la propuesta de pautas para seguir avanzando.
Resumen realizado por el autor recogido de la publicación